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miércoles, 20 de febrero de 2013


Desde tus manos talladas

en granito, envuelta

en el frío del Antártico,

la oscuridad y el frío

de las olas rompen los acantilados.

Olas profundas y robustas.

Su amor es desgraciado

 te ama y, no se lo permites.

Su amor es desgraciado ,

 se consume

en la distancia que mantienes.

Entre tu voz y su voz

una escala de sonidos,

entre tu pensamiento y el suyo


el infinito.


Te paseas por las tardes

saludando a un sol que se retira.

Alguien te recuerda silencioso

añorando tus requiebros.

Los trabajos de Hércules ocupan

las horas que niegas al letargo.

Tu corazón se mece en el silencio,

como si hubieras muerto en el exilio.

Te niegas al recuerdo y,

tu cerebro

memoriza anécdotas ajenas,

eludiendo descubrir lo que ya intuyes. 

Dios no tiene compañera.


Conoce la palabra amor

y practica,

“el amor comienza en uno mismo”

Mira su ombligo circular,

lleno de telarañas y pelusas.

Se cree el gas ligero y

se sitúa sobre todo, dominando,

sin ceder ni altura ni terreno.

Se confundió con Dios y ama

a ese “dios”, antes que a nada.

Olvidó que “comienza” y” sobre”

no excluyen posibilidades.

Quiso mantenerse joven

negándose a las canas,

¡el “dios” no tiene edad¡

Parece su cabeza el sol en el ocaso. 

Se confundió con Dios ,

y  Dios no tiene quien le ame;

aunque, haya quien le adore.

Se confundió con Dios y , su concepto

excluye la palabra compañía.

Dios no tiene quien le quiera.

Dios no tiene compañera.