Te paseas por las tardes
saludando a un sol que se retira.
Alguien te recuerda silencioso
añorando tus requiebros.
Los trabajos de Hércules ocupan
las horas que niegas al letargo.
Tu corazón se mece en el silencio,
como si hubieras muerto en el exilio.
Te niegas al recuerdo y,
tu cerebro
memoriza anécdotas ajenas,
eludiendo descubrir lo que ya intuyes.
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